En noviembre decidimos, y digo decidimos porque voy a clase con Clara una gran amiga con la que he compartido años de estudio y ahora comparto la pasión por las dos agujas, empezar a hacer calados.
Hacer calados me ha parecido un trabajo delicado, en el que hay que prestar mucha atención, no vale hacer punto mientras ves la tele, y mágico al ver como haciendo una serie de aumentos y menguados se va formando un dibujo.
El primer chal que hice se lo regalé a mi madre, realmente lo tiene en usufructo por que es la herencia de Lola, y no tengo fotos de él acabado. Era un chal rectangular, con un dibujo fácil de seguir, en este chal la puntilla se hace al final y se va uniendo al cuerpo del chal de manera mágica, de este modo no tienes costuras.
El segundo chal es triangular hecho con mohair y seda y he disfrutado muchísimo haciéndolo, es muy calentito y como éste tendremos a la venta en septiembre, en muchos colores y lanas de distintas calidades, todos estarán hechos a mano con mucho cariño, como se hacen las cosas a mano.
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