Trabajar en casa

Hoy quería contaros como está siendo mi experiencia de trabajar en casa después de dos años haciéndolo.

La verdad es que me costó mucho al principio ser capaz de ordenar mi tiempo. Cuando dejas de trabajar en una oficina, en un estudio de arquitectura en mi caso, donde tienes un jefe que te ordena el trabajo y las prioridades, es complicado organizar la jornada laboral. Había días que no me cundían absolutamente nada, me quedaba horas delante del ordenador sin hacer nada productivo y la lista de cosas por hacer no hacía más que aumentar y otros donde el tiempo pasaba volando y era capaz de hacer millones de cosas en muy poco tiempo.

Poco a poco he ido ordenando los días y ahora puedo decir que tengo una rutina. Por las mañanas, aunque me cuesta mogollón, me levanto a las 8, con dos niños pequeños que tienen que ir al cole es inevitable. Estoy con ellos mientras desayunan y se visten y a las 8:30 se van con JM que les lleva todos los días al colegio, con esto me evito el salir de casa para luego tener que volver.

Es entonces cuando tengo una de las cosas que más aprecio de trabajar aquí, un desayuno tranquilo y sin prisas mientras leo o cotilleo por internet, es el mejor momento del día y la verdad es que lo aprecio muchísimo.

Después, dependiendo del momento de la colección en el que esté, me pongo a dibujar, o a patronar, o a hacer siluetas, elegir tejidos, cortar, ... a las 11:30 descanso y café y después otra vez al tajo.

En general estoy contenta con la situación aunque echo de menos compartir el tiempo con alguien, tener compañeros de trabajo, tener alguien con el que intercambiar opiniones, tener que tomar todas las decisiones sola me resulta muy duro en muchas ocasiones, en la parada del café poder hablar con alguien. El otro día mientras tomaba el café llamé a una amiga y estuvimos una hora colgadas al teléfono, ya hemos dicho que la próxima con cámara para vernos las caras.

Otro punto importante es que mi casa está invadida por Esto no es Ascot, hay patrones, retales, rollos de tela, bolsos, tijeras, hilos, lanas, ... por todas partes, allá donde mires algo hay. Tengo una señora que preside el salón a la que le pruebo toda la ropa. Hemos tenido durante dos meses la mesa de comedor subida en revistas para poder cortar toda la colección sin romperme la espalda!!! y los patrones colgando en perchas por las sillas del comedor. Aquí es donde agradezco a JM su comprensión. Os dejo aquí algunas fotos con todo bastante ordenado. (No iba a poner fotos de cuando parece la jungla, que en bastantes momentos lo ha sido)


Este es el despachito que tenemos, por el suelo remalladoras, máquinas de coser, dos o tres cajas llenas de hilos, cajas con muestras de tejidos, vamos que para estar no queda mucho espacio libre.



Preparando en la alfombra las cajas para ir a una Pop Up.


La señora que vive en el salón y los rollos de tela en las sillas del comedor.


Este mueble lo compramos para poner dentro la vajilla "buena" y tenerla cerca del comedor, ahora está llena de lanas y de retales de ropa.

También he de decir que el poder organizarme el tiempo como me apetezca me parece una pasada, quedar con alguna amiga a desayunar un martes es un privilegio. Si alguno de los niños se pone enfermo puedo estar con el en casa cuidándolo, ir a las funciones del colegio sin pedirle permiso a nadie, sobre todo pasar las tardes con Mateo y Lola es lo mejor, aunque esté trabajando ellos saben que estoy ahí, en la habitación de al lado y cuando me quieren echar una mano siempre hay algo que ellos, con 7 y 5 años, pueden hacer y están felices de ayudarme.


Y poder pasar el día en zapatillas es maravilloso.

El pueblo en fiestas

Creo que hoy puede ser un buen día para escribir este post y dedicárselo a Pepe.

Este estampado surgió de la idea de las verbenas en los pueblos, de las fiestas que todos ellos tienen en verano, pero, como ya conté aquí, las fiestas de hace tiempo.

La idea la tenía clara, debía ser claramente un pueblo, la iglesia, la plaza, la huerta, ... Y que de manera sutil se intuyera que algo pasaba en ese pueblo.

Hice varios intentos, dediqué muchas horas pero nada de lo que dibujaba me convencía. Así que sin dudarlo cogí el teléfono y llamé a Pepe Blázquez, arquitecto con el que trabajé muchos años y uno de los arquitectos que hay detrás de KM0 arquitectos, además de ser mi mejor amigo.

Siempre que hacíamos un concurso de arquitectura Pepe se encargaba de hacer unas secciones a mano maravillosas y llenas de vida.

Le expliqué la idea que tenía y lo primero que envió es la esencia del estampado que hoy podéis ver en algunas de las prendas de esta colección.

Así qué este maravilloso estampado, mi favorito de la colección, existe gracias a él. Gracias Pepe.